Un perfeccionista mira a la Gioconda

Ella no es perfeccionista. Pero estimula a caminar serena y razonablemente hacia la perfección. Por eso, cuando un perfeccionista se enfrenta a nuestra protagonista puede sentirse inquieto. Quizá tienda, de entrada, a desconcertarse ante las demandas y las críticas que recibe. Si la paciencia lo sostiene, pronto acabará lleno de entusiasmo en la lucha por seguir los sugestivos dictados de la mirada de Mona Lissa. Así se deduce de numerosos comentarios y citas que se reparten a lo largo de las páginas de este libro. Ya nos comentarán ustedes.

“El efecto Gioconda”.

Cómo soy, cómo me veo, cómo me ven: 

Aprendiendo en el espejo de la mirada ajena

Manuel Álvarez Romero

Editorial Almuzara, 2012


Perfeccionismo y vida espiritual

El capítulo 5 del libro «El síndrome del perfeccionista: El anancástico» trata en profundidad cómo tiende a ser la espiritualidad de un perfeccionista. La vivencia interior de la trascendencia suele ser desarrollada por las perfeccionistas, impregnada por los rasgos típicos de su personalidad: subjetivismo, radicalidad, anticipación, afán de control y excesivo gasto adaptativo.

De cómo aprendí en la Gioconda

Testimonio de una paciente, julio de 2012

Estimado Doctor,

Hace algún tiempo acudí a la consulta de Medicina Psicosomática –tras el desconcierto propio y de otros galenos que me asistieron-, un poco a “contrapelo”, pero es que ya me llegaba hondo el eco repetido de la voz de mi familia con un “pero ¿qué te ha ocurrido?”… y era verdad. Algo así como una falta de  autoentendimiento, más por cariño y valoración que por otra causa, tal como el tiempo así me lo ha demostrado. Pero la verdad es que el mundo se me venía encima.

De elefantes, “cristales” y miradas

Cuenta una leyenda india que, en cierta ocasión, seis ciegos fueron a “ver” un elefante.

*Leerla antes de pasar al siguiente párrafo.

Para remediar esta situación que cuenta la leyenda, el Dr. Manuel Álvarez Romero, médico internista, acaba de publicar en la Editorial Almuzara “El efecto Gioconda”.

En la literatura anglosajona sobre comunicación empresarial es conocida, como uno de los modelos útiles para describir el proceso de la interacción comunicativa humana, la llamada ventana de Johari, denominada así al unir los nombres de sus estudiosos Joseph Luft y Harry Ingham. Gracias a ella podemos aumentar la objetividad en la forma como percibimos a los demás e incrementar también el conocimiento de nosotros mismos. La ventana es útil para reducir los prejuicios en la percepción de las personas. Sus cuatro “cristales” especiales son: abierto, ocultado, ciego y desconocido. Las separaciones entre ellos son como las cortinas de una ventana, que pueden moverse mientras se progresa en una interacción con los demás.

El Efecto Gioconda

EL EFECTO GICONDA, como soy, como me veo, como me ve: aprendiendo en el espejo de la mirada ajena. El hombre es un ser social y se moldea en la continuada relación que mantiene con su entorno, y que viene a ser parte esencial de su propio vivir. La influencia de quienes nos rodean tiene un efecto de magnitud inimaginable en la forma de ser y actuar de cada uno de nosotros. El temperamento, la personalidad y la  conducta mantienen una compleja relación «en espejo» con familiares, amigos, compañeros de trabajo, vecinos o con quienes coincidimos ocasionalmente. Es un efecto que hemos denominado «Gioconda» por lo insondable e impenetrable que nos parece, al igual que la misteriosa mirada que nos devuelve la protagonista del cuadro de Leonardo da Vinci. Vivimos como si no nos afectara, pero lo hace y muchas veces ni imaginamos cómo y en qué grado.

Este libro nos propone una reflexión sobre cómo nos vemos a nosotros mismos, cómo nos perciben y cómo actuamos en función de lo que creemos que la gente piensa de nosotros.  Sólo a partir de ahí, podremos extraer los beneficios que esa interacción «en espejo» nos ofrece para mejorar, para aprender mucho sobre nosotros mismos, sobre los demás, e intentar conjugarnos mejor con nuestro propio entorno. Como bien dice la popular canción brasileña, vivir bien nuestra propia vida requiere ejercitar el arte del encuentro y conocer el «efecto Gioconda» nos ayudará a lograrlo.

Manuel Álvarez Romero

Editorial Almuzara, 2012

 

El síndrome del perfeccionista: El anancástico 3ª Edicion

Cómo detectar y solucionar un problema muy común y desconocido que puede afectar a nuestra vida cotidiana.

Acaba de aparecer la 3ª edición de este libro que ha llegado a alcanzar gran difusión en sus anteriores ediciones.   Editorial Almuzara ha cuidado especialmente esta edición tercera, tanto en la portada como en la presentación.

El Dr. Álvarez es Presidente de la Sociedad Andaluza de Medicina Psicosomática, con residencia en Sevilla y el Dr. Garcia-Villamisar es Profesor de Psicopatología en la Universidad Complutense de Madrid.

Casi todos conocemos a algún perfeccionista, como quien se pasa horas maquillándose antes de salir de casa, el que tarda un siglo en preparar las maletas, el ama de casa que limpia y relimpia sin descanso, el deportista que vive para su marca, aquellos que se desgastan siguiendo normativas sin cuento…

Designados como perfeccionistas desde la psicología y como anancásticos desde la psiquiatría, estas personas son portadoras de una genética peculiar y de unos hábitos mentales y conductuales muy concretos que van a perfilar —si no se les ayuda— una dolorida biografía cargada de lastres, frenos y contradicciones que mermarán significativamente su calidad de vida y la de su entorno. Y tantas veces ¡son ellos los últimos en enterarse!

Considerado como conducta excesiva y desgastadora, es conocida la influencia del Perfeccionismo en procesos psicopatológicos y psicosomáticos (Ansiedad, Depresión, Fibromialgia, Obsesiones, Trastornos de la Conducta Alimentaria y de la imagen corporal, las Adicciones, Anomalías de la Personalidad, dificultades en la comunicación interpersonal o familiar, etc…).

En cuanto a las relaciones sociales el perfeccionista sufre y hace sufrir viendo frustrada su buena voluntad y empobrecida su actividad generosa. Cuando surge la contradicción entre los resultados negativos y la aspiración natural a lo bueno, lo perfecto… hay que saber distinguir el Perfeccionismo de la perfección. Existe, pues, el Perfeccionismo bueno y positivo frente al insano y negativo. En distinguirlos nos jugamos una buena cuota de felicidad.

También disponible en edición de bolsillo.

La búsqueda de la felicidad

O aprendemos a fallar o fallamos al aprender.

El perfeccionismo es una especie de neurosis. Nos esforzamos día a día para alcanzar un imposible. Queremos parecer más jóvenes, ganar más dinero, vivir una vida plena y sobresalir en los deportes. Sin embargo, según Tal Ben-Shahar, prestigioso profesor de la universidad de Harvard, la búsqueda de la perfección es el principal motivo de nuestra infelicidad. ¿Debemos dejar de marcarnos metas más altas? ¿Abandonamos nuestros retos? ¿Es bueno el conformismo? La respuesta es negativa.

Lo que el autor propone es aprender a diferenciar entre el perfeccionismo neurótico y el perfeccionismo positivo, u optimalista como él lo llama. La gran diferencia entre perfeccionistas y optimalistas reside en que los primeros niegan los fallos; los segundos los aceptan con humildad; los perfeccionistas olvidan sus malas decisiones; los optimalistas las tienen siempre presentes. Sísifo era un perfeccionista mientras que Ulises era un optimalista. Para alcanzar la felicidad debemos disfrutar del éxito, apreciarlo, agradecerlo y aceptar el mundo tal y como es.

Autor:  TAL BEN-SHAHAR

Editorial: ALIENTA

ISBN: 9788492414871

320 pág.

Dios los cria…¡y ellos se juntan!

Hace unos días he recibido el siguiente correo:

Buenos días:

Llevo 3 jornadas indagando por Internet y cuál es mi sorpresa cuando veo en su web un pequeño resquicio de mi problema. Mi pareja está formada por dos perfeccionistas, una situación muy difícil y que requiere de paciencia por parte de los dos. Muchos pequeños detalles se convierten en competición, muchos pensamientos negativos jamás se expresan y hay continuos enfados por falta de acuerdo (traducido como apoyo por parte de cualquiera de los dos). Yo me declaro perfeccionista empedernida (bajo tratamiento…) pero me enfrento cada día a una persona que tiene los mismos fallos que yo y las mismas actitudes. Hoy día, con la competitividad que hay en el mundo laboral creo que mucha gente se está viendo afectada por esta patología, y como bien sabemos «Dios los cría y ellos se juntan». Si algún día publica algo al respecto no dude que lo enmarcaré y haré de ello mis 10 mandamientos.

A lo que he respondido:

Estimada “Perfeccionista”:

Recibo vuestro correo y me ha sonreído.

¿En que ciudad vivís? ¿Conocéis el libro?  Dadme ideas y sacaremos lo de Perfeccionista x Perfecionista = (Perfeccionista)2.

Saludos