I ACERCA DE LA MINUCIOSIDAD:
Consiste en una hiperexigencia propia y a los demás, en ser perseverante, tozudo, en realizar trabajos exhaustivos y lentos, en la tendencia a resaltar más lo negativo y lo pendiente, en un desmedido amor a la eficacia y al rendimiento. Por ello cuesta descansar: siempre hay cosas más importantes que hacer. El trabajo invade el ocio y existe la necesidad de estar siempre haciendo algo. Disfrutar consiste en la lucha, con independencia de las consecuencias negativas: depresión, sueño, exceso de comprobación, falta de concentración. Consiste en centrarse en los “debería”, en no estar nunca contento con la tarea realizada, en tener presente el “Quod debuimus facere…”, me tenía que haber exigido más. Todo implica un reto y una frustración. Además se da la dificultad para delegar, porque no lo harán tan bien como yo, así como dificultad para trabajar en grupo, por lo mismo (y por falta de habilidades sociales). Están implicadas la inseguridad, la necesidad de control, el gusto por lo previsto y lo planificado, la preocupación, depresión y culpabilidad por los errores, así como la indecisión por temor a cometerlos y el miedo al fracaso, a fallar con las consiguientes dudas y retrasos.
II Y TAMBIÉN LA ANSIEDAD:
La ansiedad desencadena el perfeccionismo. Ésta implica alerta, actividad generalizada, respuestas desproporcionadas, desasosiego, temor al futuro, anticipación de enfados y la peor situación para estar preparados. También polémicas mentales.
III SOBREVALORACIÓN DE LA PROPIA IMAGEN:
Se da la tendencia a contentar en todo a LOS DEMÁS y dependencia de la aprobación de los mismos, al mismo tiempo que miedo a ser evaluado negativamente, por lo que prima la tendencia a ser intachable para evitar críticas. Además implica sentirse exigido por los demás y pudor de que me conozcan con mis defectos, suspicacia y falta de sinceridad. También aparece ansiedad social, con temor por que se note la ansiedad, un sentimiento mayor de incomodidad cuantas más habilidades sociales exija la situación. En las relaciones sociales estar muy pendiente de uno mismo, infravalorarse, y tener un excesivo control de los sentimientos, especialmente de los positivos, así como enmendar la conducta por temor, “porque me van a ver”.
Se produce un perfeccionismo selectivo hacia los demás, con conflictos y enfados; a veces se exige a los demás que se adecuen a mis gustos, cuando van un poco a lo suyo.
IV EN LA ÓRBITA DE LA RELIGIOSIDAD
Culpa, perdón y paz no andan aquí bien relacionados. Perdonarse a sí mismo cuesta. El hijo pródigo y la Magdalena son dos buenos modelos a imitar.
Lucha esforzada, al estilo jansenista suele ser frecuente. El papel de la gracia en la vida interior debe ser resaltado. Y la necesidad de pedir.
Falta abandono en Dios. Y la seguridad en Dios y en la Virgen.
V.- Y PARA FINALIZAR:
Esta personalidad responde a un perfil obsesivo reiterativo, rígido, e inseguro, con falta de paz y de alegría. Con frecuente tendencia al escrúpulo, al temor y a la complicación. Resultan ser buenos antidepresivos el desprendimiento y la generosidad.
VI.- A MODO DE PROPÓSITOS
1. Se trata de ganar en espíritu de libertad interior: actuar menos por deber y más por amor.
2. No prestar ayuda, EN PRINCIPIO, si no me lo piden: no ser “voluntario”.
3. Cuando anticipo un enfado, ser consciente de que la realidad no irá, seguramente, por ahí.
4. Recrearse en lo que he hecho bien. No ser tan negativo en las propias valoraciones.
5. Considerar la madurez de no depender de la opinión ajena. Lo que importa es lo que valgo, no lo que piensen o digan los demás de mí.
6. Abrirse a los demás es harto saludable.
7. Dejarse ayudar. Pedir ayuda. Y prestar ayuda. Producen especial satisfacción.
8. Conviene proponerse un horario realista.
9. Renunciar a que las personas sean como yo creo que deben ser. La persona perfecta no existe.
10. Los pequeños fracasos son de ordinaria administración. Son lo normal.
11. Fomentar la evitación de la soledad y de la amistad superficial. Estar con los amigos y mostrar con ellos mis sentimientos.
12. Lo mejor es enemigo de lo bueno.
13. Lo importante es ser feliz, disfrutar, más que empeñarse en que las cosas salgan.
14. Dejar a veces sin concretar del todo el plan, disfrutar de un cierto riesgo.
15. Partir del conocimiento y aceptación propios: gran sabiduría.
16. No tratarse con demasiada dureza.
17. No descalificarse gratuitamente.
18. No lamentarse con radicalismo. No hacerse la víctima.
19. Humildad. Ni quien como yo, ni pobre de mí.
20. Simplificación, lucha humilde.
21. Deportividad corporal y espiritual.
22. Que no falte el buen humor en la lucha serena.
23. Dejar a un lado la vergüenza y olvidarse de que me van a rechazar por cometer un error. Vivir la alegría de rectificar.
24. Anda, baila como si nadie te estuviera viendo.
Bilbao,28-05-08