¿Qué es la medicina psicosomática?

Hace ya muchos años que la palabra «Psicosomática» se introdujo en Medicina para denotar las profundas influencias que experiencias vitales, estados emocionales, e incluso procesos cognitivos, tienen, para bien o para mal, en la salud y en el funcionamiento del cuerpo humano.

Hoy en día, el pensamiento psicosomático trata de superar visiones parciales y abstracciones reduccionistas, buscando la integración de manifestaciones biológicas y sociales en una comprensión unitaria del ser humano.

En sus aplicaciones concretas, podemos distinguir la Psicosomática como ciencia básica, como orientación médica y como práctica clínica.

Como ciencia básica, la Psicosomática tiene por objeto observar e interpretar las relaciones entre estados, procesos y acontecimientos psicológicos y biológicos, tal como son influenciados por el medio ambiente físico y humano, tanto en la salud como en la enfermedad. Pertenece claramente al grupo de las ciencias naturales, es tributaria del método experimental, y formula a nivel teórico modelos neutros superimpuestos a los sistemas conceptuales de la Psicología y de la Biología.

La psicooncología, la psiconeuroendocrinología, la psicoinmunología y la investigación psicosocial del estrés son algunas de sus ramas más conocidas.

Como orientación médica, la Medicina Psicosomática surge en reacción a las tendencias reduccionistas de la medicina moderna, representando una actitud o estado de opinión que insiste en considerar al paciente en su totalidad, atendiendo no sólo a los datos meramente biológicos sino también a sus circunstancias sociales y estados psicológicos.

Afín a lo que se ha denominado Antropología Médica, la Medicina Psicosomática es sumamente práctica y se apoya en los postulados que derivan tanto de la moderna experimentación científica como de la sabiduría clínica milenaria.

Resumiendo, podemos definir la Medicina Psicosomática como «una manera de practicar la medicina que tiene en cuenta los factores biológicos, psicológicos y sociales del paciente en el diagnóstico, tratamiento y prevención de toda enfermedad».

A pesar de su importancia, su ámbito resulta difícil de definir, ya que no existe «el psicosoma» como órgano, ni tampoco enfermedades psicosomáticas, en el sentido en que hay, por ejemplo, enfermedades hepáticas o respiratorias. Pero sí encontramos con frecuencia situaciones en las que el proceso psicosomático, presente en todas las enfermedades, alcanza tal magnitud que parece indicada una intervención de tipo psicológico, tanto para beneficiar la evolución del proceso patológico, como para acelerar la rehabilitación y prevenir las recidivas.

Adicionalmente, algunos trastornos médicos y quirúrgicos producen alteraciones de tipo emocional, cognitivo y conductual, que precisan una intervención psicoterapéutica y farmacológica especializada.

Finalmente, algunas alteraciones psiquiátricas, como los trastornos de conversión y los somatoformes, se presentan clínicamente con manifestaciones características de la patología médica, necesitándose una cierta especialización para su detección precoz, diagnóstico diferencial y tratamiento.