Por Patrimontes Casianancástica. Madrid. 21-I-08.
La verdad es que tengo la impresión de que a mi¬ escribir se me da bastante mal. Pero trataré de echar mano de esa vena poética que pienso que todos tenemos, para explicar como descansa una persona perfeccionista. Lo de anancástico me suena fatal…
Antes de nada, me gustaría contar qué cosas no le dejan descansar a un
anancástico, porque supongo que eliminando éstas, o enfocándolas de modo
diferente, se convertirán en modos de descanso estupendos. Y después pretendo
contar las actividades que a mí personalmente me descansan y que supongo serán
similares a las de cualquier persona.
Como dice el libro del Dr. Álvarez Romero, “El síndrome del perfeccionista:
El Anancástico”, Las personas anancásticas poseen las virtudes por imperativo. Es decir que el descanso, para una persona perfeccionista al no tener que hacer nada, debería suponer un respiro enorme (no hay nada pendiente, ni nada que mejorar). El tiempo, entre comillas, está, para no hacer nada que venga impuesto por esa voluntad, que al anancástico, le trae a veces por la calle de la amargura, y que le impulsa siempre a tratar de ser el mejor, a terminar las cosas a la perfección, a contentar a todo el mundo, etc. Sin embargo nunca logrará un perfeccionista tener vacío su deposito de cosas pendientes.
Es importante aclarar que el descanso, no significa no hacer nada, porque entonces se estará perdiendo el recurso más preciado que tenemos los humanos, que es el tiempo.
Otra fuente de cansancio, para el supuesto perfeccionista, son los pensamientos procedentes de la relación con los otros, que como cuchillas se hincan en la imaginación de un perfeccionista y empiezan a martillearle y a marearle: que si fulanito me ha tratado así, que si esto lo han hecho fatal y mira que yo dije que no se hiciera así, que tal persona no me ha sonreído, que hoy no me han llamado tales o cuales, etc. Mil cosas que pasan por la mente de un anancástico y en lugar de pasar, se quedan ahí, como esperando que cambie la situación de ahora o ya pasada, y fomentando en el sujeto un estado de idealismo, irrealidad y tristeza. Y todo por no saber ver las cosas con perspectiva, por no echarle un poco de humildad a una situación, por no aceptar que las cosas son así y punto.
Después de estas dos breves reflexiones acerca de los cansancios de un
perfeccionista, los planes que a mí personalmente más me descansan son:
– Coger un buen libro y leer, conocer, aprender cosas nuevas y modos de enfocar
la vida de forma diferente, etc. Porque leer un buen libro es para mí, como vivir otra vida aparte de la propia, emprender un viaje con otra persona y a otro lugar… ¡Es algo fascinante!
– Las salidas al monte, a lugares interesantes, acompañadas de tranquilidad y con gente con la que sabes que vas a disfrutar.
– Conversar con la gente pero no en grupo sino de forma individual. ¡Se aprende tanto hablando con gente diferente a ti! Y más, si tienen cosas que decir.
– Cocinar y ver cómo disfrutan los demás con una buena comida, que tú has preparado, o con un buen postre.
En definitiva, para descansar lo primero que resulta necesario es estar interiormente tranquilo para después disponerse ¡A disfrutar con cualquier cosa!